Esta nota de recuerdo del Che Guevara, con ocasión de los treinta años de su inmolación en un paraje selvático boliviano, cercano a Higueras, no intenta esbozar su biografía ni aún su paso por el Perú, en1951y 1953. Como se sabe, Guevara fue capturado herido y asesinado por orden del gobierno reaccionario del Altiplano, por indicaciones expresas de la CIA. Cumplía, en octubre de 1967, la etapa fina1 de su frustrado proyecto “foquista”, de extender los movimientos guerrilleros en varios países de América Latina. El Che era consciente que cumplía un episodio, una gesta heroica, en el embrionario movimiento revolucionario latinoamericano.
Tras su incorporación al grupo guerrillero de Fidel Castro, de México fue de la partida del “Granma” e hizo la campaña de la Sierra Maestra, de la que fue uno de los principales jefes militares. Con el triunfo de la Revolución Cubana, Guevara asumió en la nueva Cuba altos papeles gubernamentales, llegando al Ministerio de Industrias.
Estando el Che en esta posición pas6 por La Habana, proveniente d e Madrid, el Dr. Luis Pesce Schreiber, hijo del sabio investigador en el campo de la medicina tropical peruana Profesor Hugo Pesce Pescetto, quien era también ide6logo socialista y la persona de más confianza de José Carlos Mariátegui en la fundación del Partido Socialista del Perú (octubre de 1928). En esa ocasión el Che lo invitó a comer, pero antes le mostró su habitación: un cuartito austero, con catre de campaña, uaq me%yunasilla,yen un clavo en la pared, un uniforme militar para las ineludibles ocasiones sociales que lo sacaban de su despacho. Ahí le obsequió el libro Guerra de Guerrillas, que contiene esa dedicatoria testimonial que resume la influencia de Hugo Pesce en el desarrollo ideológico del líder argentino-cubano.
Guevara había conocido a Hugo Pesce en Lima, en su primer viaje en 1951, y en el segundo en 1953. Fue notable la influencia de Pesce en el difuso e informe pensamiento revolucionario del argentino.
Le di6 acogida en el Leprosorio de Portada de Guía (Pace era Director de Lepra del Ministerio de Salud) y lo acogía casi todas las noches en su casa de Lima, en Pasaje Chacas. Se producían ahí largas tertulias (Pesce era noctivigilio), que terminaban al despuntar el alba. Además de hacer en esa casa su principal comida (copiosos y humeantes spaghettis), y tras la sobremesa interminable, se retiraba el Che con algún material de lectura. Uno de los primeros libros que Hugo le dio fue 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana de José Carlos Mariátegui. Pero además de literatura social y política, al Che le interesaba la literatura, en particular la poesía.
El Che Guevara en su libro de memorias Historia de mi primer viaje[1],cuenta con detalle sus relaciones cercanas con Hugo Pesce y memora las cenas. A una de ellas concurrió invitado el Dr. Juan Francisco Valega, médico psiquiatra del Hospital Víctor Larco Herrera y profesor de la Facultad de Medicina de San Fernando. Valega amenizó su plática desarrollando su teoría sobre «Cantinflas y el panamericanismo» que escuché de sus labios más de una vez y que en la memoria del Che sería así: “El otro día fui al cine de barrio a ver una película de Cantinflas y todo el mundo se reía y yo no entendía nada. Pero no era un fenómeno, de modo que las demás gentes tampoco entendían nada. Pero, ¿de qué ríen entonces? Reían en realidad de su propio ser, era de una parte de si mismos que se reía cada uno de los presentes. Somos un pueblo joven, sin tradición, sin cultura, investigado apenas. Y de todas las lacras que nuestra civilización en pañales no ha podido quitar, se reían…Ahora bien, ¿es que Norteamérica, a pesar de sus grandes monoblocks, sus autos y sus dichas ha podido superar nuestra época, ha dejado de ser joven? No, las diferencias son de forma, no de fondo, toda América se hermana en eso. Viendo a Cantinflas, ¡comprendí el panamericanismo!”.
En su primer viaje, Guevara no se había graduado aún de médico. Creía que una profesión formal le serviría de poco en su “carrera” de revolucionario. Pesce lo convenció que, en cualquier campo de la actividad humana, un titulo profesional era importante, tanta y más que el Che tenia interés en las enfermedades tropicales, en especial por las invalidantes, la lepra principalmente. En 1953 represó de Argentina ya con su título de médico, reanudó sus prácticas en el Leprosorio de Lima y, premunido de las cartas de presentación respectiva, viajó a la Colonia de Leprosos de San Pablo, a poca distancia de Iquitos, en plena Amazonía peruana. Lo relacionó con varios colegas y en especial con Federico Bresani, quien entonces trabajaba, con la directa supervisión de Hugo Pesce, su extensa tesis de bachiller sobre El síndrome neural de la lepra.
Independientemente de los juicios que la vida y la obra de Ernesto Che Guevara suscite en personas y colectividades, nadie duda de la autenticidad de su prédica por la justicia social, sellada con su gesta heroica del término de su vida, que enfrentó con valentía y decisión excepcionales. El Che está inscrito en los anales del siglo XX como uno de los más notables héroes laicos.
El Che Guevara corresponde a la idea de José Carlos Mariátegui sobre el «aventurero». Alguna vez el Amauta se propuso escribir una «Apología del aventurero» para incluirla en El alma matinal otras estaciones del hombre de hoy. Por eso admiraba a Colón, a quien estimaba prototipo de aventurero. Reclamaba que había “que reivindicar al aventurero, al gran aventurero”. La palabra, en su noble acepción, había que rescatarla de “las crónicas policiales”, puesto que “el léxico burgués” la había desacreditado. José Carlos no habría dudado en incluir al Che en el santoral laico, como Marx lo hizo con Prometeo, y el mismo Mariátegui con Rosa Luxemburgo, en quien encontraba las elevadas notas biográficas que la acercaban a Santa Teresa, la Doctora de Ávila. Como Rosa Luxemburgo, el Che fue también victima del estalinismo. Agonista del socialismo, el Che pertenece legítimamente al panteón de los grandes y de los héroes populares.[2]
* Este breve texto fue inspirado en ocasión de las Exposiciones y conferencias “El Che: 30 años”, organizadas por SUR, Casa de Estudios del Socialismo, y la Casa Museo José Carlos Mariátegui, en Washington 1946, Lima. octubre de 1997
[1] “VaIenza” lo llama equivocadamente Guevara en sus recuerdos. Ernesto Che Guevara:. Mi primer gran viaje. De la Argentina a Venezuela en motocicleta. Seix Barral, Buenos Aires, 1994.
[2] Ver facsímile de dedicatoria autógrafa de Ernesto Guevara a Hugo Pesce, en un ejemplar de su ensayo testimonial en torno a la Guerra de Guerrillas. En: Hugo Pesce, El factor religioso, serie «Presencia y proyección de los 7 Ensayos» (dirigida por José Carlos y Javier Mariátegui), Empresa Editora Amauta, Lima, 1972.